Surrealismo mágico
Érase una vez, Un día en el que yo me encontraba en ese nuevo lugar en el que trabajaba. Un lugar grande donde mucha gente rica llegaba para vacaciones (para sus vacaciones). Quizá una hora antes de terminar la jornada, necesitábamos unos manteles para un salón que aún no se había abierto. Digamos unas diez u once mesas, casi todas pequeñitas. La novedad de este trabajo consistía en un idioma que no era el mío. Así que no entendía todo demasiado bien, pero lo que a continuación voy a narrar, casi todo lo pude entender; aunque a veces pareciera incomprensible. Bien, pues resulta que donde suelen estar los manteles no quedaban excepto de los grandes, para las mesas sumamente pequeñas. Así que había que traer más, y me pregunta una de mis compañeras si conozco la lavandería, respondo que sí. Así que me dirijo a la lavandería a buscar el encargo. Atravieso la cocina, luego el pasillo donde se almacenan los recipientes metálicos, luego a la derecha, abro la puerta, atravieso la c